jueves, 24 de febrero de 2011

Mareas extraordinarias

Una seguidilla de mareas de una altitud inusitada deparó verdaderos espectáculos para todos aquellos que visitan la localidad, y aún observan fascinados los mecanismos que provocan que el mar siempre muestre facetas diferentes.

Es que desde el sábado la pleamar (que usualmente arriba a una altura que va desde los 8,20 metros hasta los 8,50) superó los nueve metros. Esto ocurre porque hasta ayer inclusive se experimentó el ciclo mensual de mareas de las consideradas extraordinarias, que se dan cuándo el agua alcanza alturas superiores a las promedio al ascender y también al retirarse, convirtiendo en accesibles sectores del lecho marino habitualmente vedados.

La luna llena, que el viernes encandiló con su brillo a vecinos y turistas, es una de las mentoras de este fenómeno, ya que cuando este astro llega a su plenitud y se alinea con la Tierra se genera una atracción gravitacional muy fuerte, que incide en la amplitud de las mareas. Ayer, por caso, a las 15:45 el mar alcanzó los 9,13 metros, mientras que a las 22:07 la bajamar fue de 0,90 centímetros.

El viento que sopló desde el sur también aportó lo suyo, sumándole su fuerza a la gran masa de agua que por momentos parecía cobrar más altura, alzándose briosa contra los acantilados y estallando luego en columnas de espuma que repartían su efervescencia entre los espectadores, que no quisieron perderse la postal que devolvía la playa.

Chapuzones y pesca

La magnificencia del mar, más evidente que nunca durante estos días, generó asombro entre los visitantes que, desde la costanera o aprovechando las estrechas franjas de arena que quedaron descubiertas en algunas bajadas, se dedicaron a contemplar absortos los caprichos del agua, que irguiéndose en olas inmensas le aportó su propia banda sonora a la tarde al aire libre, rompiendo con bravura sobre la orilla.

Incluso, pese a que la temperatura no fue demasiado benigna, muchos se aventuraron para no perderse la posibilidad de disfrutar de un chapuzón, que los convirtiera por un momento en juguetes del dinamismo del agua.

Este fenómeno, que se reitera mes a mes, es muy aguardado por los recolectores costeros, ya que durante la bajante pueden recorrer amplios sectores asegurándose la extracción manual de mayor cantidad de especies que poseen su hábitat en la restinga, como los característicos pulpitos, que encuentran su refugio entre las piedras diseminadas en el

Fuente: (ASA) Río Negro on-line

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