miércoles, 3 de noviembre de 2010

Río Negro censuró a su propio accionista

Ante la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, una editorialista del diario, Alicia Miller, publicó una nota en la que se preguntaba: “¿Es débil Cristina?”. Días después de esa publicación se conoció la copia de una carta firmada por el licenciado Alberto Laría Rajneri en la cual, como lector y accionista del diario, hace una crítica a la nota de Miller. Pero resulta que la nota de Rajneri fue publicada y después levantada, como se puede comprobar fácilmente si uno entra al sitio http://www1.rionegro.com.ar/blogs/hijasdeeva/sin-categoria/carta-abierta-a-alicia-miller. Allí da error, pero como quedó copia en el caché se puede acceder a la nota si uno pone en la dirección la copia del caché. Para salvar ese acto de censura Buenos Aires Económico reflejó en su misma página las dos opiniones.
¿Es débil Cristina? – Por Alicia Miller


La política en el país sufrirá, sin duda, una conmoción a raíz de la muerte de Néstor Kirchner. Sobre todo, por su doble condición de ex presidente con fuerte incidencia política como titular del partido gobernante y, a la vez, marido y mentor personal de la actual jefa de Estado.


Si bien el carácter aguerrido de la Presidenta la aleja del tradicional estereotipo de la mujer dependiente de la opinión o la aprobación del varón, los desafíos a los que estará sometida también difieren sustancialmente de los propios de una familia convencional.


De cualquier manera, es lógico suponer que viuda, shockeada emocionalmente por la pérdida de su compañero personal y político durante treinta años y en el centro de presiones, la estabilidad emocional de Cristina Fernández de Kirchner será expuesta a dura prueba. Y que esto se reflejará en el aspecto político.


En el plano público e institucional, la pareja integrada por Néstor Kirchner y Cristina Fernández actuó como un bloque sólido. Aun considerando ciertos matices de estilos, nunca trascendieron diferencias sustanciales entre las posiciones políticas de ambos. Y los colaboradores y funcionarios de su entorno siempre supieron que, para lograr consenso para una decisión de ella, siempre se hizo necesaria la anuencia de él. Con frecuencia, la premisa también fue válida en un sentido opuesto.


En principio, el fallecimiento de Néstor provoca un súbito cambio de perspectiva en las opciones de sucesión presidencial: Ya no será “pingüino o pingüina”. Ahora, cualquier alternativa a la eventual candidatura reeleccionista de Cristina provendrá de fuera de la pareja que hasta ayer concentró el poder. Y esto envalentonará tanto al entorno aliado –que cerrará el cerco de presiones sobre la Presidenta– como a los adversarios justicialistas. El peronismo, está dicho, tiene una fuerte pulsión hacia avanzar sobre aquellos dirigentes de ese sector a los que adivina o supone débiles.


¿Es Cristina débil? O, en todo caso, ¿puede serlo sin Néstor?


En principio, conviene señalar que un discurso encendido puede en ocasiones reflejar inseguridad, en lugar de convicción.


En los meses previos a su consagración como presidenta de la Nación, Cristina Fernández enfrentó ante la opinión pública las versiones referidas a que padece enfermedad bipolar, una afección del plano emocional que genera una alteración de la capacidad para controlar el efecto de factores externos y que lleva a quien la padece a oscilar entre cuadros de nerviosismo extremo y bajones de depresión y desasosiego.


Pero si el diagnóstico fue certero, no se manifestó con asiduidad durante la gestión. El único episodio que dejó dudas fue la presunta lipotimia que frustró su viaje a Cuba y la tuvo durante una semana alejada de la actividad pública.


En rigor, más que oscilaciones, Cristina ha tenido una persistente tendencia al enojo y la crispación, que se ha puesto de manifiesto en frecuentes intervenciones en actos o mensajes por cadena nacional.


Por ello, es la rigidez de la Presidenta, su escasa disposición al diálogo y la negociación –que en ocasiones neutralizaba el perfil más político de Néstor– lo que podría en el futuro dificultar no sólo la resolución de problemas de Estado sino también la construcción de un nuevo esquema de relaciones en su entorno. Porque los aliados más cercanos de su esposo deberán construir con ella redes de confianza si aspiran a mantener influencia en decisiones de sus áreas específicas.


Tal vez la metáfora de la mesa sirva para graficar el cambio que se registrará. Hasta ahora, y más allá de la insoluble controversia sobre quién era el inspirador de las opiniones de ambos, la conducción ejercida por los Kirchner representaba un poder plano apoyado sobre cuatro patas.


Hoy sólo tiene la mitad. El tiempo dirá si logra estabilizarse por la vía de consolidar una mirada unívoca o apelando a integrar equipos o consejos, que hasta ahora ocuparon un rol más que secundario.


Carta abierta a Alicia Miller – Por Lic. Alberto Laría Rajneri


Acabo de leer tu nota. ¿Es débil Cristina? (RN. 28 oct.). Me indignó. Y no lo puedo dejar pasar como lector y como accionista de Río Negro. Hoy, que es un día de mucho dolor para mí y millones de argentinos. A este sentimiento no podés capturarlo y es lógico que así sea. El microclima de gueto mediático en el que vivís no te permite abrir una ventana a la vida de una realidad más rica y generosa.


No hacía falta la pregunta. Sólo es un señuelo para un plan prefijado. La denigración del Gobierno y su Presidenta. Es el formato Río Negro. Es sabido: “Los mercaderes ceban a la fuerza a sus cochinillos”. Sólo te guía una razón de Obediencia Debida. La servidumbre a un sueldo hace estragos en la conciencia y en la posibilidad de voluntad autónoma. También hacerle el sueldo a una hija en la redacción, es motivo suficiente de agradecimiento. Lo más arduo es justificarse luego, como poseedora de alguna ética del periodista.


Hoy, en tu palabra escrita, quedará el testimonio que no están dispuestos a esperar a que enterremos a nuestro muerto. Están ávidos. Y son filosos los cuchillos mediáticos. Puesto entre los dientes, ya parten como comandos feroces para merodear al gobierno de Cristina. Es la esperanza oscura de la derecha más afectada por un gobierno que vino a restituir la dignidad de los postergados y la dignidad del país. Es la lucha por el poder político en nuestra sociedad y ya sabemos la divisa que en el combate elegís.


Lo que sí es más curioso que siendo una mujer te sumás a la denigración de otra mujer. Esta sí inteligente, militante forjada y comprobada capacidad para llevar adelante la tarea de gobierno. Te afincás en la vacuidad de un pseudoacademicismo. Pero mostrás ahí, una vez más, ignorancia. El recurso a la psicologización es agraviante y constituye una insolente liviandad e impostura. El discurso encendido es “debilidad”. ¡Qué solemnidad para el desatino! ¿Y qué es bipolar? Acaso estás exenta del dolor, la tristeza o las alegrías que nos depara el misterio del destino de nuestras vidas? Sólo las certezas de la entomología psiquiátrica en un duro positivismo, quiere aprehender en conceptos lo inefable de lo humano.


Pero grave no es el error, sino la intención. Fomentar la perplejidad para construir de la persona de Cristina el personaje de la mujer inválida. Marcada. Descendida en la escala zoológica. La hembra sin el macho carece de vida y poder. Sos una mujer y profesás la misoginia. Pero también siendo mujer te enancás en las voluptuosidades de la falocracia. El de un gozo imperfecto por el poder-fálico que sólo se instituye en tu imaginario. No sos por lo que creés que valés. Tu voluntarismo es apenas una sombra vicaria de un otro poder circunstancial y que te es, por supuesto, bien ajeno.

La metáfora de las patas de la mesa: una alegoría escolar de la falta insustituible.


Es verdad, Néstor no estaba hecho de la pasta de los que se reemplazan. Tampoco Perón ni Evita. Pero tu implacable guillotina no acierta en el valor simbólico de los grandes muertos. Hay muertos que viven y perduran. Son los excepcionales. Los que empujan a la historia. Lo que abunda, en cambio, son los de tus filas. Los vivos que están muertos. Desesperados, porque no tienen nada para esperar. Sepultados, bajo el talud de anacrónicas convicciones.


A Cristina le irá en falta el insustituible amor del compañero. Pero en lo político hay un pueblo movilizado que la sostiene. Una legitimidad irreductible y la sagrada institucionalidad, tantas veces predicada por Río Negro y apuñalada como nadie.


Volvamos a la pregunta: ¿Es Cristina débil? Lo que hay seguro, es una certeza. El legado de Néstor y la muchedumbre infinita que acompaña a Cristina por estas horas sabe como nadie que en esto se les va la vida misma. Es conmovedor y produce un hondo estremecimiento. Sólo hace falta prestar el oído. Al murmullo incesante. Al cántico fervoroso. Al llanto acongojado. Si nada te dicen los jóvenes impetuosos que abrazan las históricas banderas de lucha; si ese aroma no te impregna y la emoción no te alcanza, es sólo ahí, entonces, donde la pregunta sin sentido se alza.


Y ahí está el alma y la fuerza de los pueblos. En la mistérica comunión con sus líderes encuentran toda su potencia. Pero nada está a la mano del funcionario y a su fastidiosa tendencia a reiterarse en la idea que se tiene de la realidad, a la realidad misma. Hay una sensibilidad para acoger el fenómeno maravilloso que es la gesta colectiva de los pueblos, que te es ajeno. Habrá antes, para comprender algo, que desgarrar el velo tedioso de tu corazón de hojalata. 

Fuente: El argentino.com - Río Colorado Noticias

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